Esta es una de mis islas favoritas. Fue la tercera que conocí hace 15 años y en circunstancias que no olvidaré. Llegamos a ella una madrugada de marzo, mi amiga Liliana y yo para hacer un censo de pingüinos. Habíamos salido a las 3 de la mañana desde Pisco y luego de un viaje de 2 horas por el desierto de la Reserva Nacional de Paracas, llegábamos a Laguna Grande, donde un bote de buzos nos esperaba. Hasta ese momento, fue el viaje más tortuoso que había tenido, navegar contra la corriente en la bahía Independencia es cosa seria, sobre todo cuando empiezan los vientos típicos de la zona y el bote avanza a saltos, dándose de "panzasos" como dicen los "pescas".
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La casa de Santa Rosa. En el 2006 estaba poblada de cientos de murciélagos. |
No siendo suficiente el duro viaje, ahora tocaba rodear a la isla por el mar, en busca de los pocos pingüinos que sobrevivían en ese El Niño, un pescador se paró en la proa y sosteniéndose de un cabo, dirigía al motorista para evitar que encalláramos con algún "bajo", que son rocas que apenas sobresalen del agua.
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Casas y muelle que su construyeron para los recolectores de guano |
Por suerte nunca paso algo malo, solo el odioso mareo del que fui víctima y de las burlas también, por estar unas 2 horas en el vaivén del mar y usando binoculares.
Una vez en la isla el espectáculo era diferente: una gran casona de madera de dos pisos y dos guardianes, nos dieron la bienvenida, Don Mauro Tomairo y Don Saturnino Ipurre. Por las noches, el aspecto de esa casona es lúgubre por dentro y por fuera. Unos años más tarde, sería testigo de una nocturna "lucha desigual" de Saturnino, por alejar a unos vampiros que sobrevolaban su cabeza.
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Piqueros y cushuris,estos últimos, primos del guanay. Dos están sobre su nido hecho de algas |
En esta isla normalmente descansan unas 250 mil aves guaneras, unos pocos lobos marinos, pues las mayores colonias están en Morro Quemado a unos kilómetros en la costa más cercana.
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Pingüinos mudando plumaje en las orillas rocosas de la isla |
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Así se ven cuando están cambiando (mudando) de plumas en el verano. |
Pero lo que más me impresiona de esta joyita de la Reserva Nacional de Paracas... y creo que por esto me gusta, es que hoy muestra el paisaje que debieron tener las islas hace más de un siglo, antes del boom del guano, cuando los pingüinos excavaban sus nidos en la capa de guano y compartían la "pampa" con las aves guaneras, donde evolucionaron juntos por miles de años.
Hoy en el resto de la costa, los pingüinos, esas bellas y carismáticas aves, debido a las diversas amenazas e impactos que sufren, viven "desterradas" del lugar en el que evolucionaron: las planicies de las islas; hoy están confinadas a las cavernas y escondrijos en las rocas de orilla, lejos del alcance del mayor depredador que existe...nosotros.
Por ello, tenemos una deuda con estos seres magníficos.
Hasta la próxima.
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