domingo, 15 de noviembre de 2015

Isla Guañape Sur. Un poco de adrenalina.

Es la hermana de Guañape Norte y yo diría que es la hermana traviesa, pues su caprichosa topografía y sus impresionantes accidentes la convierten en la más difícil de tratar, ya verán por qué...
Está a solo 3 km de la "Guañape baja" y llegué a ella por primera vez, en el invierno de 1999.

Pasando los islotes Cantores, vi ese impresionante "cerro" que no tenía playas o algo que se le pareciera. "Y dónde estará la casa?" me pregunté, es que en ese "cerro parado" como le dicen los guardaislas, no se observaba espacio aparente para construir un puesto de vigilancia o "guardianía".

Luego de algunos minutos de navegar, pude ver la famosa guardianía, como una cabaña pegada en las faldas de la isla, aunque más que falda parecía un acantilado, con el avance del bote, poco a poco fue apareciendo ante mí la infraestructura creada por la legendaria Compañía Administradora del Guano (hasta ahora no conozco la fecha en que se construyeron esas casas), siempre que llego a ella me pregunto ¿cómo era la isla cuando llegaron por primera vez a levantar esa infraestructura?, ¿cuál habría sido la forma de ese acantilado sin la presencia del hombre y solo dominado por las aves?.
La pampa de la isla Guañape Sur, al fondo los islotes Cantores y Guañape Norte.
También me pongo a pensar en el reto de ingeniería que habrá significado para el responsable de diseñar aquella obra, los bravos trabajadores que pusieron cada ladrillo, cada madera o cada plancha de "eternit", el riesgo que se vivió al moldear primero las faldas de la isla.

Ese día de 1999, no sabía que yo también sería partícipe de esos momentos de peligro, de riesgo que te hacen pasar las islas del Perú, sobre todo Guañape Sur ... subir por la escalera de gato, era la primera prueba.

La segunda prueba la viviría el año siguiente, cuando con Richard el guardaislas de ese entonces, fuimos para hacer el censo de aves guaneras. Era una madrugada muy fría cuando salimos de la guardianía con rumbo a la cima de la isla para dibujar las colonias de aves y luego medirlas con un planímetro, gracias al tradicional método creado por los pioneros en la investigación y el manejo de las aves guaneras. Hablando de esto alguna vez conversé sobre el origen del método con los maestros, los doctores Rómulo Jordán y Humberto Tovar pero no pude encontrar el origen...aun.

Pero volvamos a la segunda prueba, esa mañana intentamos llegar a la cima por el camino de siempre que sube por la cara este, sin embargo las aves, finalmente las dueñas del lugar, habían cubierto todo el paso, así es que tuvimos que usar un camino alternativo. Richard dijo que iríamos por la "pizarra", yo dije "vamos!", sin saber lo que me esperaba.

Bajamos al primer "nivel" de la isla que es a la altura de la casa de guardianía, caminamos en dirección norte rodeando la isla hasta llegar al lado norte y cuando creí que el camino se había acabado..... Richard, se acercó a un abismo y empezó a bajar por una pirca muy angosta, esos caminos hechos de cientos de piedras puestas una tras otra en los lugares más inverosímiles y este era el más inverosímil de todos. El camino de "la pizarra" es el camino más peligroso que existe en las islas, no sé cómo pueden haber llegado los campañeros a poner piedra tras piedra a la mitad de esa pared casi vertical de roca y que parece hecha de una sola pieza.

Vista aérea de Guañape Sur. El acantilado más claro de la izquierda es la "pizarra"
El camino corre por una fractura de unos 30 a 40 cm, rayada por algunos hilos blancos, trazados por el guano de las aves que viven en su cima, porque más abajo no hay lugar siquiera para un ave. Pues bien, estaba debajo de la famosa pizarra y nosotros íbamos a cruzarla por un camino del ancho de dos pies juntos, fueron momentos de temor y debo admitir sin exagerar, que de no haber sido por el guardaisla tal vez no escribiría esto, pues a la mitad del camino, a una altura de 15 metros del agua, se habían desprendido algunas piedras dejando un vacío de casi un metro, el metro más largo que haya visto. Richard saltó, lo seguí.... pero dudé y quedé dando un paso largo con un pie en cada extremo del camino! y justo cuando empezaba a perder el equilibrio, sentí que me jalaban fuertemente el brazo derecho y aparecía en el otro lado del camino, creo que envejecí un par de años en ese momento, una caída desde allí es muerte segura.

Como dije más arriba, esta isla tiene "pisos" y eso la hace tan peculiar para quienes queremos saber cuántas aves hay en la isla y si están reproduciéndose.

 
El primer nivel es donde está la casa de guardianía, el muelle y los almacenes; el segundo nivel está a unos 50 metros del nivel del mar y es una planicie inclinada, ambos pisos miran al este, el tercer piso es la cima, a unos 140 metros de altitud, por ello es conocida también como la "Guañape alta" una de las más elevadas del sistema de islas guaneras. En esa meseta, donde además está el imponente faro, se congregan normalmente unos 250 mil guanayes y poco más de 400 mil piqueros, alguna vez se ha estimado hasta 870 mil aves en toda la isla.

Colonias de guanayes y piqueros en la cima de Guañape Sur.
La existencia de estos pisos son lo que la convierten en la isla más difícil de monitorear, siempre digo: quien puede "contar" aves en Guañape Sur, puede hacerlo en cualquier isla.

La tercera prueba la tuve una noche del año 2003, cuando con mi amigo Pepe Landa, los guardaislas y algunos pescadores, pasamos un gran susto.

Vista del huaro que se encuentra sobre las casas de la isla.
Eran casi las 8 de la noche y estábamos acabando de cenar, contando anécdotas en la tranquilidad de la noche isleña, solo con el murmullo de las aves guaneras que nunca cesa, pero sí disminuye muy entrada la noche.

Pues bien, estábamos conversando y riendo cuando se empezó a sentir una especie de temblor en la cocina-comedor donde estábamos, este "temblor" venía acompañado de un ruido como de un tren acercándose, el sonido se iba haciendo más fuerte y nadie podía saber de donde provenía, "el cerro se está cayendo!!" gritó alguien de afuera, era uno de los pescas que estaba lavando su plato al borde de un pequeño acantilado y vio caer cerca de él una gran piedra que fue directo al mar, "salgan!!!", volvió a gritar y todos saltamos asustados, en el apuro nadie atinó a encender sus linternas, la noche estaba tan oscura que no se podía ver a dos pasos, aun así salimos sin saber a donde correr, afuera de la cocina se oía que el ruido venía de arriba!, todos corrimos al muelle, dispuestos a lanzarnos al mar, las aves empezaron a volar, yo pensaba que aquella gran roca, que está como suspendida sobre los dos únicos dormitorios, a unos 30 metros sobre nosotros, estaba cayéndose y era el fin. Estaba a punto de lanzarme al mar cuando el ruido cesó y solo una nube de polvo de guano nos cubrió, la verdad yo esperaba lo peor, pero nada ocurría....

En ese momento ya habíamos encendido las linternas y alumbrábamos a todos lados confundidos, buscando una respuesta, el pescador que gritó primero, señaló a la parte alta de la cocina; lentamente y asustados nos acercamos y vimos cómo una gran mole de piedras conocida como "huaro" se había desmoronado parcialmente, cientos de piedras de muchos tamaños habían rodado hacia la cocina!, solo que el destino nos ayudó....

A unos metros arriba de nosotros, ubicada entre el huaro y la cocina, existe una cabria que había recibido las piedras, haciendo que estas rebotaran sobre ella y fueran directo al mar, la cabria había actuado como una sombrilla de madera.

Al parecer el temblor que hubo en la mañana y que habíamos sentido levemente, había aflojado las piedras del huaro y solo esperaron al cambio de temperatura nocturna para desprenderse.

Por supuesto que esa noche fue difícil dormir pensando en que tal vez alguna otra roca se desprendería sobre nosotros.


A la mañana siguiente subimos al cerro a ver lo que había sucedido y cómo nos habíamos salvado. Lo más impresionante fue cómo una roca de cientos de kilos había quedado prácticamente incrustada en la cabria, destrozando la madera de esa plataforma que resiste toneladas de sacos de guano durante las campañas y que había sido nuestra salvadora.

Esta roca quedó en la cabria la noche del derrumbe.